Nunca me han atraído los maratones. Esto, dicho por una apasionado del running, puede sonar como un sinsentido. Pero es la verdad. No puedo dar una unica explicación a mi no-amor por este tipo de prueba, y darlas todas, sería muy extenso. Sin embargo, no me sentía un corredor completo…muchas medias, alguna carrera dura de montaña, trails, infinitos 10kms, muchos 15..5…millas…pero nunca unos 42 casi 200 como Dios manda. Por esto, esta temporada, había marcado en rojo esta fecha, el 27 de noviembre, como el día indicado para estrenarme en la prueba reina del running: EL MARATON y mi localidad elegida era San sebastian. Para esta aventura, no podía tener mejor compañero que Carlos Vidondo, nuestro corredor mas veterano, no por edad, sino por el tiempo que lleva corriendo, por sus experiencias acumuladas y sobre todo por como sabe gestionar este tipo de carreras. No lleva GPS, ni pulsometro ni leches que valgan, un casio de toda la vida, pero sabe en todo momento el ritmo que llevas, la distancia , el pulso….pero no de una manera cercana, no, son medidas exactas…es una pasada , y cuando vienen malas, siempre tiene un hombro para ayudarte. Todo una garantía de éxito. Por esto, cuando viajaba el sábado por la tarde hacia esta bonita ciudad, y los temores se asomaban, solo me tenía que acordar de la compañía y estos se atenuaban. De todas formas, estos, los miedos, siempre están ahí…..vienen en forma de cansancio, de mal entreno, de desgana, de no saber como responderá mi cuerpo y también de un cierto hartazgo de competición. LLego al estadio de Anoeta y recojo el dorsal. El ambiente es runner total, y sin querer, veo un vomitorio abierto, por lo que aprovecho para entrar en el césped y ver donde será la llegada…..ALUCINANTE….el vello se me pone de punta, y solo desearía que todos los componentes del club pudiesen tener esa imagen que tenía delante. Después de estar un tiempo, me pareció un minuto, pero fue mas de media hora, me voy , no sin tener la certeza, de que al día siguiente, de una manera u de otra, yo iba a llegar a esa meta. Con todo, me espera lo mas duro. La soledad de una habitación de un hotel cualquiera. Muchas veces pienso que Sillitoe, cuando escribió la soledad del corredor de fondo, pasó alguna vez por esta experiencia. Supero la prueba, televisión, fútbol, y encima con buenas noticias…bueno es el momento de echarle «geta» y hablar de running. A las siete suena el despertador, y los nervios se aceleran. Poner dorsal, chip, por que diablos no lo hice ayer….donde están mis calcetines preferidos…en Azagra…esta camiseta me gusta…esta no…ains…al baño corriendo. Salgo pitando, y tardo en encontrar los aparcamientos. Un café rápido en una «tasca» cercana, con borracho incluido, que me desea suerte cayéndose de la silla. La mañana fresquita, pero con sol, como a mi me gustan. A la consigna, ya es hora de cambiarse y dejar la maleta. Mientras me cambio, me agobio un poco,y viene el pensamiento recurrente…»que demonios hago yo aquí»….rápido lo desecho y preparo todo lo necesario. Remoloneo un poco, fuera hace frio, y entrego la maleta. 30 minutos para la salida, a buscar a Carlos, que había pernoctado en Andoain. Hoy sale con la camiseta nueva, bueno, con el molde de la camiseta nueva, para probar el tejido. Busco una abeja, pero me encuentro a Ricardo Abad, el de los 500 maratones seguidos, le saludo, también veo a Rafa Jofresa, el base del Juventud de Badalona, a amigos de otros clubs..pero falta Carlos….15 minutos y no lo veo…10 y allí está. Que bien le queda la camiseta. Viene apurado, se ha perdido y casi no llega. Ya me extrañaba, con lo metódico que es para todo. Casi ni hablamos y ya estamos en la salida. El respeto a la prueba, hace que salgamos con la liebre de 3’45. Luego, si nos vemos bien, aceleramos un poco. Sin darnos cuenta, ya estamos saliendo..nervios..empezamos una aventura sin retorno. El ritmo, lento, hace que el cuerpo se vaya calentando poco a poco. Las sensaciones son raras. Por el km 5 siento muchas molestias en la rodilla derecha, pero el ritmo me permite hacer unas cuantas flexiones y se me alivia..menos mal. Me acuerdo del dichoso padel. El ambiente es fenomenal, increíble. La gente animando, grupos musicales….bueno, ya nos vamos acercando al km 10. La única pega, mucha gente en el grupo en el que estabamos. Para evitar esto, adelantamos a la liebre y vamos un poco por libre…que agusto. 15 km y a Carlos le empieza a doler un gemelo, creo que el izquierdo, pero no estoy seguro. Se para, estira, anda corriendo hacia atrás….un corredor me dice que tiene merito hacer una maraton así, le digo que es un promesa…jaja….no sele pasa, y me entran las preocupaciones, pero a el mas. LLega el fatídico momento, me dice que no puede mas, que se para. El mundo se me viene abajo, pero tengo que seguir, no puedo hundirme con el. Sigo yo solo, sin esperanzas de volver a verlo correr. Mi reloj me transmite buenas señales, 5’00 el km y 130 de pulsaciones. Siempre llevo una botella de agua, creo que con el día que hace, la hidratación va a ser importante. Media maratón, todo perfecto para mí, las sensaciones buenísimas…de repente alguien se acerca y me ofrece agua…¡Carlos!…pero que ha pasado?..que alegría…pero apenas le puedo preguntar, por que el tío va como un rayo y me adelanta, sacándome en un trecho casi medio minuto. No me vuelvo loco. Se lo importante que es mantener un ritmo en maratón y no me quiero acelerar. Poco a poco, me voy acercando a el otra vez y nos volvemos a hacer compañía. Hablamos poco, ya sabemos los dos de que va esto. Carlos anda un poco a tirones, cosa que me sorprende, por que es un corredor muy de ritmos constantes. Aceleramos casi sin querer, y llegamos a realizar un par de kilometros casi a 4’30. A pesar de encontrarme bien, esto no me gusta y decido tranquilizarme. Km 30 y de repente, se me aparece el temido muro. De ir muy bien, a flaquear de manera inquietante los musculos de las piernas. Las rodillas apenas se me doblan y pierdo coordinación. El panico se me apodera y decido bajar un poco. Carlos se ha recuperado genial,y sabe que es su día,. Decide tirar hacia adelante y me anima, pero creo que es mejor ser conservador, queda poco, pero no me gusta el estado de mis piernas. El sigue su camino y me quedo admirado. A pesar de lo que ha pasado, de que ha sufrido mucho, se ha sobrepuesto, animando a todo el mundo, dando consejos y animos, aplaudiendo al público…que gran corredor y que mejor persona. Me saca un minuto, pero me grita…VENGA PABLO…y constato una vez mas, de que es un maestro, que sabe mucho de esto de correr y que la camiseta que lleva, le ha devuelto una ilusión y unas ganas, que parece que empezó ayer a correr, pero encima, con todo su fondo y sabiduría acumulados. No sigo, por que el halago en exceso, debilita, pero es que aquí no se produce este exceso….Todo esto lo pienso ya en el 35, casi ya recuperado y volviendo sentir las piernas de nuevo. Este paso es importante, es cuando el cuerpo tira de grasa, se come así mismo, y dependiendo de como lo haga, lo puedes pasar o no. Ya oteo anoeta, la llegada, y las pulsaciones me suben un montón…la gente anima con mas fuerza y me siento mas corredor que nunca. Tengo las 3 horas 30 minutos al alcance de la mano, y tengo piernas ahora de sobra, pero me importa un pimiento, quiero llegar, llegar tranquilo, disfrutando del momento….entro en el estadio, y me parece el Bernabeu……no hay mucha gente, pero me parece oir el tipico murmullo de campo de futbol abarrotado. LLego a la meta, y casi se me caen las lagrimas. Esta Carlos esperando, nos abrazamos, y le digo que vaya carrera que ha hecho, y el le echa la culpa a la camiseta, que le ha dado alas. Pienso, gracias, Maestro. Luego fotos, una felicitación de su mujer, versada en carreras ya….estiramientos, comentamos un poco la carrera…y a las duchas. Cansado, pero con muy buen tono, me tomo una reconfortante ducha, y como apenas tengo tensión en las piernas, decido irme ya hacia mi pueblo. Cualquiera que me viera en el coche, pensaría que me ha tocado la lotería, pero no, era solamente que había terminado mi primer maratón, y que además, había sonado el movil y las noticias desde San Adrian, donde estaba el grueso del club, eran muy buenas. En el trayecto se me mezclaban las imágenes de la carrera, con el club, con Carlos, con San adrian…..mientras en el asiento de adelante, estaba la camiseta de finiser…color verde esperanza.
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